UN SITIO COMO OTRO CUALQUIERA.
Santamaría no recogió sus cosas como le habían ordenado, por contra se encaminó al despacho del Sr. Barrote con la esperanza de poder convencerlo de que su sitio no podía estar en otra parte, llevaba allí toda la vida y no sabría vivir de otra forma, si hacía falta llegaría a suplicarle.El Sr. Barrote le ofreció asiento y le invitó a coger algún dulce de la mesa: polvorones, mantecados y roscos de vino. Cogió varios y se los metió en el bolsillo.-Son para después...si a usté no le importa claro.--No te preocupes, coge los que quieras. Santamaría, sabes que te tenemos aprecio y que eres toda una institución aquí.--¿Una qué?--Una institución, bueno...olvídalo, el caso es que a pesar del cariño que te tenemos tienes que abandonarnos, tu tiempo aquí acabó, te quedará una paga suficiente como para poder vivir tranquilo. Ahora que se acerca la navidad, en fín... tómatelo como un regalo de Reyes.-Santamaría fue a hablar pero se quedó mudo, como siempre le pasaba en los momentos importantes, el detallado discurso, todas aquellas palabras tan atinadas en su cerebro y que había pensado y ensayado para la ocasión no salieron de su boca y se limitó a pronunciar un tímido:-Quiero quedarme Sr. Barrote.-Pero no hubo manera, ni el par de lagrimones que soltó sirvieron para nada, la suerte estaba echada a no ser, claro está, que hiciera algo al respecto, algo impropio y al límite.Salió del despacho decidido a hacerlo pues de lo contrario lo arrojarían fuera de su propio mundo, tenía que impedirlo a toda costa.-Seguro que todos se ponen de mi parte.-Pensó mientras la idea iba cogiendo forma en su cabeza.-Seguro que sí, el Sr. Barrote no es un hombre querido aquí, yo sí, hasta los guardias de seguridad confían en mí.-Siguió pensando mientras la idea terminaba de gestarse en su cerebro.Cuando el guardia de seguridad Arturo Ripollet se dió cuenta ya era tarde, su pistola ya estaba en las manos de Santamaría y éste ya estaba entrando en el despacho de Manuel Barrote.Los disparos sonaron en todo el centro penitenciario.-Todos estarán conmigo, él no caía bien y yo sólo quería quedarme en donde nací, en mi hogar.-Convencido por sus propios pensamientos, mansamente, dejó que el agente Ripollet lo desarmara recuperando su pistola.Ya en la celda de aislamiento, sentado en una banqueta, se sacó uno de los roscos de vino del bolsillo, lo abrió y lo mordió, el sabor del dulce lo transportó a navidades pasadas, a cuando de niño se lo rifaban las reclusas por tenerlo en brazos.
posted by A BOTE PRONTO. at 8:17 PM 6 commen
lunes, enero 28, 2008
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