miércoles, noviembre 08, 2006



UNA NOTA EN LA TAQUILLA VII.

Todavía encima de la escalera, observando el pozo desde lo alto de la tapia pude oir un ruido a mis espaldas, antes de que pudiera mirar hacía atrás para buscar el origen una sombra ya estaba a mi lado, a pie de escalera, miré hacía abajo y sólo pude ver la pistola en su mano.

-¿Quién es usted? ¿Qué se supone que está haciendo?.- me dijo la sombra.
Detrás de la sombra apareció otra de silueta más familiar.
-Guarde su pistola agente, es el portero del hotel.- Corominas, el ayudante del inspector había hablado, el poli obedeció al segundo con un "Si señor".

Ya por la mañana el jodido pito del portero automático me hizo saltar del sillón, en el monitor de la camara de seguridad la señorita Pepis me daba los buenos días muy seria, normal, corren malos tiempos para todos.
Ya en la puerta le deseé con una sonrisa que tuviera un buen día, pero antes de irme decidí preguntarle:
-Oye Pilar ¿Cuándo empezaron la demolición de la casa de al lado?-
-Pues hace unos días, una semana quizás. Si, una semana, recuerdo que las máquinas llegaron el mismo día que tú empezabas a trabajar, hace una semana justa.-

Acostado ya en mi cama empecé a darle vueltas.
Una semana llevo trabajando, una semana hace que empezaron las obras, una semana ha pasado desde que el portero anterior desapareciera y lo que más me inquietaba, el mismo tiempo, exactamente, hacía desde la desaparición del recien nacido.

Decidí marcar un número, el que venía impreso en la tarjeta del Inspector Suarez.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bien, la metáfora de la casa en demolición indica una historia ya pasada, pero como se puede observar todavía quedan ruinas en pie con lo que ese pasado impreciso aún anda dando coletazos en la actualidad. Mi versión de la historia es la siguiente:
El antiguo portero se ha ido con la tía que vivía en la casa del pozo. Se ha convertido en una persona formal y como la señorita Pepis estaba fascinada por él le guarda un rencor enorme al no ser ella la que ocupe su corazón. Lo del llanto del niño es porque la señorita Pepis se quedó embarazada del antiguo Portero y viendo que éste le ha dado calabazas en cuanto parió tiró al bebé por el pozo abajo para tratar de olvidar ¡Plof! Pero el llanto del niño viene a decirnos que no es tan fácil hacer borrón y cuenta nueva con el pasado. Aunque lo más probable es que la noche que el nuevo Portero oyó aquel gemido, éste era debido al maullido de algún gato antes que al de un niño. Hay momentos que los gatos emiten un maullido lastimero muy parecido al llanto de un bebé. Lo sé por mi gata cuando yo vivía en Vigo. Recuerdo que sonaba como una extraña llamada. Bueno ¿Qué me dices?

Anónimo dijo...

¡Ah! Una cosa más. El portero se ha ido a trabajar a un desguace, de ahí que ahora nos escriba desde el cementerio de coches. Eso le ha venido de perlas porque la furgoneta donde vivía la ha tenido que jubilar a causa de griparle el motor. Sin querer un día se equivocó y en vez de gasofa llenó el depósito con una botella de Cacique. Lo jodido no fue eso, sino que casi se nos va al otro barrio porque se puso fino de cubatas de gasóil con cocacola. De ahí también que su primer escrito nos lo mandara desde el infierno. Estuvo siete días en coma y durante ese trance hizo lo contrario de Carolain, no fue a la luz y casi se nos queda criando malvas con la mujer del demonio.

Anónimo dijo...

Se me quedaba una cosa en el tintero, y es que hay que justificar la aparición del inspector Suárez y su ayudante Corominas (¿Dónde habré leído yo este nombre?)Aparecen en el relato por un tema inmobiliario. Como ya se dijo en el solar de la casa del pozo van a construir adosados. Quién sabe si es que después del pastón que ganó la dueña con la venta de éste le han concedido un piso de proteción oficial y piensa vivir en él toda la vida... Bueno el caso es que en el barrio era harto sabido que el antiguo portero frecuentaba su alcoba una noche sí y otra también, a eso de las tres de la madrugada cuando ya toda la clientela duerme a pierna suelta y los ronquidos ahogan los gemidos de placer de estos dos febriles amantes... Por eso los dos agentes de la ley van tras la pista de nuestro amigo porque de la mujer no se sabe nada.