lunes, enero 28, 2008



CEMENTERIO DE AUTOMÓVILES.

La ciudad se lo come todo, avanza pisando campos cual sarna en la piel de un perro y como ésta no distingue el alimento, granjas, charcas, cultivos, árboles y campesinos son engullidos por igual.En mi ciudad había un cementerio de automóviles que resistió el empuje del hormigón, quedó ahí, en medio, rodeado de edificios de cinco plantas contruidos para la nueva clase media, viviendas familiares para currantes que ya podían tener coche y piso propio con televisón a color, video y armarios empotrados.El cementerio de automóviles se convirtió en parque de recreo infantil para los hijos de los currantes, alli se jugaba a la guerra, a las carreras, al escondite y algunos hasta se hicieron su primera paja, atrincherados en moho y al abrigo de la intimidad que le daba la parte trasera de un citroen panadero declaraban su amor a la herrumbre, a la herrumbre sí, la única hembra que visitaba aquel lugar. Aparte de las ratas.En la noche eran las reinas, las ratas mandaban.El dueño del desguace era tan tosco y duro que pegaba a sus hijos con un cable de acero forrado de plástico, era tan duro que ni el hormigón ni las excavadoras pudieron con él, sólo años más tarde una recortá lo puso en su sitio, dicen algunos que fué uno de sus propios hijos el que le voló los sesos, dicen que lo amordazaron y amarraron sentado en una silla y allí mismo, a bocajarro, le metieron perdigones hasta en el alma.Fuera así o no, le llegó el turno, pagó sus cabronadas y su saña alimentada de acero y plástico.Ahora estará en el otro cementerio, en el de desguaces humanos, el único sitio de mi ciudad por el que el hormigón no ha pasado todavía, así...después del cementerio no hay nada.Desde el infierno...Portero de Noche.
posted by A BOTE PRONTO. at 7:11 PM 5 comments

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