lunes, enero 28, 2008


EL SUSURRO DEL CANAL I.

El sol nos decía adios y ninguna de nuestras destartaladas bicicletas llevaba luz o faros.Todavía ibamos por el camino de tierra y no había peligro pero pronto tendríamos que enfilar la carretera exponiendo la vida a la suerte, a la mala o a la buena suerte, eso si queriamos llegar al pueblo, a nuestra casa.Así el astro rey puso el cartel de "cerrado" y la noche acabó por atraparnos en medio del camino, junto al canal.No sé quién lo propuso pero hicimos una parada.Habló primero "El Butanito" que con once años era el mayor de los que ibamos:-Ey tíos, ya mismo llegamos a la carretera y a mi me dan miedo los camiones, yo no sé ustedes pero yo prefiero quedarme aquí hasta mañana, prefiero una paliza de mi padre a que me pille un camión por detrás.--Si llego mañana a mí el mío me mata a correazos.-Dijo Felipe, el más pequeño.-Prefiero morir a correazos que aplastado como una cucaracha por un monstruo de esos, así que Felipito, preparate para pasar frío esta noche, por la mañana te vendrán bien los correazos de tu viejo para quedarte calentito.-Dije yo, poco convencido pues sabía que aquella noche se nos haría pesada como una lápida, pesada como una gran losa fría y dura.A unos cien metros, junto a lo que parecía un descomunal "garrote vil" oxidado pero no era otra cosa que una compuerta para el agua, estaba el antiguo refugio de Diego Corrientes, el bandolero, allí cabríamos los tres y estariamos más protegidos del frío, eso sí, si no acababamos muertos por la pestilencia que imperaba dentro.Butanito encendió su mechero de fumador novato y alumbró el cuartucho.Paredes pintarrajeadas con mierda y, repartida por el suelo la materia prima utilizada por el artista en forma de cagarrutas de todos los tamaños y tonos cromáticos, tonos cromáticos entre el marrón y el negro claro está, bolsas de plástico viejas y vacías y alguna jeringuilla usada por algún yonki rural, el mobiliario de la "suite del canal" estaba a la altura del garito.Los pájaros a la altura de la jaula.Es lo que había... así que buscamos leña y nos dispusimos a echarle arrestos a la noche.


EL SUSURRO DEL CANAL II.

Butanito hizo honor a su nombre y encendió la hoguera, de leña ibamos sobraos, también rocogimos las cagarrutas más apestosas y las echamos fuera del cubil.Al final, entre la iluminación cinemascópica del fuego y el cielo estrellado por techo aquello cobró un tono mágico e irreal, en ese momento me puse a pensar que los correazos paternos posteriores merecerían la pena, aquella situación era nueva y única para nosotros y la verdad es que resultaba emocionante y divertido, como todo peligro controlado.Alrededor del fuego nos abrimos cada uno un hueco entre la yerba.Sólo recuerdo que la conversación fue animada, que especulamos sobre la posibilidad de que la policía nos encontrara y nos imaginamos a nuestras viejas con el moño en la cabeza, en bata, llorando, y a nuestros viejos con la correa en la mano y en calzoncillos blancos.Sólo recuerdo que nos reímos mucho y que poco a poco la conversación fue muriendo hasta que nos quedamos dormidos, sólo recuerdo eso, lo que pasó después sólo fue un sueño.Primero oí gritos, gritos que parecían dar órdenes, después se fueron sumando sonidos, el sonido del golpe de diezmil picos, el sonido del roce con la tierra de diezmil palas, pude oir el ritmo cansino de diezmil martillos golpeando el hierro y pude oir el jadeo triste y cansado de diezmil almas agotadas de no esperar nada.La orquesta sonaba a compás, todo medido, una orquesta formada por músicos esclavos tocando instrumentos mono-tonos y dirigidos con látigo en vez de batuta.La noche fue pasando y la triste melodía fue muriendo.El frío apagó todo sonido, apagado el fuego la helada del amanecer nos despertó.Los tres nos miramos en una mirada imposible, por las legañas, meamos en los rescoldos de la hoguera y nos montamos en las bicis , no hablamos , no hicimos comentario alguno, los tres iniciamos el pedaleo en total silencio, en busca del sol naciente tan luminoso y cálido en aquella parte de las marismas.Sin hablarnos descubrimos que aquella tierra escondía algo... y los tres supimos desde aquella noche que algo oscuro había pasado en ese canal, diezmil voces nos lo decían, no pude contarlas pero sé que eran diezmil, me enteré después, de mayor, cuando a aquel canal le cambiaron el nombre y le pusieron "El Canal de los Presos".

posted by A BOTE PRONTO. at 5:05 PM 0 comments

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