miércoles, noviembre 08, 2006


UNA NOTA EN LA TAQUILLA X.

Tras la charla con Mundo me fuí directo al Café Occidental a tomar café y tostadas con pringá, leería el periódico hasta las diez, hora en la que abren el estanco de la calle Central, allí saben todo lo que pasa en el barrio.

El estanco de la calle Central está regentado por Maxi, un cofrade jevi de casi cuarenta años entrado en carnes, barbudo y greñudo.
Su abuelo, Maximiliano, llega a los ochenta años y le ayuda de vez en cuando, con su paso torpe y lento te dá el tabaco que le pides, es lento pero nunca se equivoca y conoce al dedillo todos los productos tabaqueros. No obstante el estanco lo montó él hace cuarenta o cincuenta años.
Siempre tienen música puesta, marchas cofrades cuando está el abuelo y los AC/DC o los Manowar cuando está el nieto.
La decoración es antigua, cristos, vírgenes y carteles de Semana Santa en las paredes y un montón de souveniers del año la pera que nunca se vendieron en las estanterias y escaparates.
Hay de todo, barcos de madera en miniatura, fotopostales oxidadas, llaveros de los tiempos de Franco, todo tipo de objetos y regalos hechos con conchitas y caracolas de mar, guerreros medievales de plomo, colecciones de dinosaurios de plástico.
Todo tiene un halo de antiguedad, en el estanco de la calle Central todo huele a viejo, el aire también.

Entré en el viejo local dando los buenos días, Maxi me los devolvió acompañando sus palabras con un redoble de manos en el mostrador, sonaban los Maiden.

-Dame tabaco de liar Maxi.-
Cuando todavía no había cogido el tabaco de la estantería, todavía vuelto de espaldas, le entré a matar.

-¿Oye Maxi conoces tú a ese anciano, Don Leandro? ¿Sabes donde vive? ¿si tiene familia?-
Maxi puso cara rara pero en ese mismo momento acababa la canción de los Maiden y empezaban los acordes de un tema de Taste y eso me ayudó a romper el hielo.
-Grande Rory Gallaguer.- le dije intentando quitar metralla a la ráfaga de preguntas.
Maxi sonrió cómplice y empezó a largar.

Don leandro andaría cerca de los ochenta años y era policía local retirado, por lo visto acabó un poco desquiciado no se sabe bien porqué, el caso es que , ya jubilado, hacía cosas extrañas como situarse en medio de la carretera a dirigir el tráfico o patrullar su propio barrio porra en mano.
Eso le llevó a tener problemas con el resto de mortales y estuvo un tiempo recluido en un hospital de salud mental, al salir, atiborrado de pastillas ya no era el mismo y se limitaba a levantarse muy temprano y recorrer las calles del centro andando.
-Anda arastrando los pies, así.-me dijo Maxi, mientras intentaba imitar el paso del viejo.
-¿Me dices dónde vive, Maxi?-le pregunté por fín.

Salí de allí con una sóla intención, conocer a Don leandro, el viejo policía que incluso ya jubilado siguió cuidando del orden y la ley.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No sé de donde has sacado al Maxi. Y hasta pondría la mano en el fuego a que el tipo existe de verdad y no le falta detalle en la realidad a como tú lo pintas. Ya me contarás Portero. ¿O es que te lo has sacado de una película de Alex de la Iglesia?