miércoles, noviembre 08, 2006


UNA NOTA EN LA TAQUILLA XI.

Dispuesto a terminar con esta historia me encaminé hacía la dirección que me dió Maxi, el estanquero cofrade y jevi.

Don Leandro vivía en una casa en las afueras, a la que se llegaba a través de un camino de tierra amarilla flanqueado de aucaliptos que en otro tiempo fueron encinas.
Caminando, como siempre, bajo el sol del mediodía llegué hata la verja de entrada.
Era una casa de campo, con jardín rodeado de setos que servían de limite con el exterior y a la que la ciudad iba comiendo terreno, acercándose silenciosa la urbe acabaría engulléndola.

Eché un vistazo desde el exterior, no había señales de vida así que decidí saltar la verja y entrar en la zona ajardinada.
Recorrí el tramo de camino empedrado que llegaba hasta la puerta de la vivienda y atisbé tras los cristales de una de las ventanas, no se veía a nadie.
Me ayudé de mis conocimientos de ex-delincuente juvenil y forzé una de las ventanas, ya estaba dentro.
La primera impresión recibida fué captada por mi olfato, olía raro, mezcla de humedad y comida rancia, seguidamente mis ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad interior.
No había mucho desorden, no más que en cualquier otro hogar, a través de un pasillo que comunicaba con todas las demás habitaciones llegué a lo que parecía el salón.
Una mesa y varias sillas, un sofá, chimenea y televisión.
Encima de la repisa de la chimenea un portafotos familiar era el único detalle decorativo de la espaciosa habitación.
Con mano temblorosa agarré el portafotos y encendí mi teléfono móvil a modo de linterna, en la foto se podía ver a varias personas sentadas en un sofá y a otra de pié, la persona que estaba de pié era un hombre de unos treinta años con un bebé en los brazos, parecía una foto familiar como cualquier otra si no fuera por un pequeño detalle que me heló la sangre.
Entonces recordé las fotos que nos mostró el inspector Suarez, allí estaban, la chica de ventitantos años, el señor sexagenario regordete, la señora cincuentona y un señor tan viejo que debía ser el señor Don Leandro, por último, y en brazos de la única persona con vida de la foto estaba el recién nacido, aquel bebé desaparecido.
Sí, era una verdadera foto familiar, tan normal como cualquier otra si olvidábamos ese pequeño detalle, y es que todos, excepto el cabeza de familia, aquel hombre con un niño en brazos, parecían sin vida, posaban ya muertos y obligados a formar parte para siempre de una familia que no era la suya.
Prácticamente con el pulso y el corazón al límite marqué en mi teléfono movil el número del inspector Suarez.
No me dió tiempo a decir "hola", el golpe en la cabeza me dejó kao.

Tumbado en el suelo, consciente pero sin poder mover un solo dedo, paralizado, el agresor traicionero, el mismo hombre que aparecía en la foto sujetando al niño, me agarró de los pies y empezó a arrastrar mi cuerpo.

Aterrorizado, con mi espalda tocando el frio suelo maldije en silencio al inspector Suárez ¿por qué había estado tan lento esta vez? ¿por qué no se me adelantó como siempre hacía?.

Mi agresor empezó a murmurar frases para sí mismo mientras me arrastraba no sé adonde.

-No me quitarán a mi familia, he luchado por ella y me costó sangre y sudor encontrar otro hogar cuando aquellas málditas máquinas llegaron. Todo el mundo tiene derecho a un hogar, a una familia.
Yo sólo quería ser un hombre normal.-

Tumbado boca arriba escuché aturdido sus palabras y pude verle la cara, desde la perspectiva que te da el suelo por fín conocía al antiguo portero de noche.

En ese instante pude entenderlo, tarde, pero podía entenderlo.
Lo peor de todo es que ahora, desde este mismo momento, yo también pertenecería para siempre a élla, a su familia.

FIN.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he perdido en alguna parte, Portero. ¿Por qué dejó el trabajo el antiguo portero?¿Los antiguos habitantes de la casa del pozo eran su familia?¿El recién nacido era él?...

Guindilla Dutrera. dijo...

cuando lo leas otra vez me dices si te sigues sin enterar, es que tengo que dejar pasar un tiempo yentonces lo corrijo todo.
Quizas en el deseo de acabarlo rápido se me fue algm detalle importante.
El postero sí viene en la foto, creo que lo digo.
gracias a los dos, sois dos soles.

Anónimo dijo...

Magnifico relato...lo he leido de cabo a rabo con el corazon tenso como el sosten de la Loren. No solo todo muy claro, sino que mantienes el ritmo sin dar tregua al aburrimiento un solo instante. Confirmo lo que decia hace un rato del talento. Sigo con lo demas en otro momento. Lo dicho....un verdadero hallazgo